Piensa en las ganas de comprarte un carro nuevo y una linda casa… ahora piensa en el camino para lograrlo; parece largo, cansado y lleno de preocupaciones.
¿Cómo tú crees que será más fácil y rápido llegar a cumplir tus sueños? ¿motivado o disciplinado para conseguirlos?
Déjame contarte una historia para reflejar mejor estos conceptos…
Durante el periodo de pandemia decidí ofrecer una oportunidad de empleo en mi empresa a personas sin experiencia previa, recién graduadas o en fase final de sus estudios universitarios; la oportunidad era en el área administrativa de recursos humanos. Después de 3 días de selección un joven de 22 años, graduado de administración de empresas, se destacó, fue contratado e inició de forma inmediata en el puesto ofrecido.
Tres semanas después fui informado por el gerente que el joven había disminuido su productividad y se mostraba sin voluntad de realizar su trabajo; fue entonces que lo llamé para conversar sobre los motivos que lo llevaron a tomar esa actitud y él de forma espontánea y sincera respondió que siempre soñó con ser un gran ejecutivo y no se sentía motivado ni feliz en su puesto actual para emprender su caminada en la empresa, pues son muchos procesos sistemáticos que no consigue realizar y conociéndose no los conseguirá; pero él observo que en otro sector de la empresa (área comercial y ventas) él se sentiría más tranquilo y motivado pues le gusta la atención al cliente.
“Imagínense mi cara como CEO de la empresa al escuchar esa respuesta”, entonces pensé: le daré otra oportunidad, valorizando su sinceridad y poniendo a prueba su veracidad; mi oferta fue la siguiente: como tú dices que no te sientes motivado en tu puesto actual, que es la puerta de entrada para tu sueño como ejecutivo, te ofrezco un aumento de 18% de tu salario para continuar en tu puesto de trabajo aunque no te guste o, te traslado al sector comercial que es el área que dices que te motiva, reajustando tu salario al nuevo puesto que es inferior al actual. Te doy un día para pensar y me comunicas tu decisión mañana por la mañana. (mi objetivo era ver cuál era su motivación y si pretendía hacer carrera en la empresa o no).
¡Adivinen! el joven no apareció nunca más para trabajar…
¿Cuál sería tu respuesta ante un momento así?
¿Optarías por un salario mejor, con oportunidad de ascenso, haciendo algo que no te motiva y no te hace feliz, pero de forma disciplinada podrías llegar a cumplir tus metas y sueños; o, aceptarías hacer lo que te gusta por un salario más bajo y sentirte más tranquilo?
Realmente no existe respuesta universal estándar para esa pregunta, porque la definición de éxito para cada uno de nosotros es subjetiva y personalizada para nuestra calidad de vida y nuestros deseos. Ahora definamos los términos para entender mejor:
– Motivación: La sensación de bienestar que nos provoca el deseo de hacer algo, o simplemente un estado emocional que no lleva a buscar algo.
– Disciplina: Es la constancia y orden en determinado comportamiento para obtener un objetivo.
Ahora imagina un campeón olímpico; ¿pesó más su motivación (estado emocional) para ser campeón? o ¿pesó más su disciplina (constancia y determinación) en el entrenamiento?. La motivación y disciplina son factores determinantes para nuestro camino hacia el éxito, así como lo es la Fé, la preparación académica, la oferta, la salud física y mental entre otras.
Aprende a priorizar tus objetivos y recuerda siempre que:
“LA DISCIPLINA TE LLEVARÁ A LUGARES EXTRAORDINARIOS, DONDE LA MOTIVACIÓN NO LLEGA” pues el mejor cirujano no es que el que realiza la técnica más nueva y de moda, y si el que domina bien una técnica con el tiempo y disciplina.
Para comentar debe estar registrado.