Desde que despertamos tenemos la oportunidad de estar atentos a lo que nos rodea, de experimentarlo a través de nuestros sentidos, de pensar, ser y desenvolvernos en un entorno que quizás sentimos propio, pero en realidad, lo único que nos es totalmente propio es nuestra percepción de él.
¿Qué pasaría si en vez de distraernos con lo externo prestamos atención a lo que ocurre dentro de nosotros, si fuéramos conscientes?
A diario recibimos cientos de estímulos ante los que el cuerpo reacciona de manera inconsciente o involuntaria. Por ejemplo, un sentimiento común generado por los estímulos que recibimos es el estrés. Es una respuesta natural del cuerpo hacia situaciones incómodas o desafíos.
Cuando nos sentimos bajo presión o estamos preocupados, el cuerpo reacciona de manera natural para ayudarnos a actuar frente al peligro liberando una hormona llamada cortisol que aumenta presión sanguínea y los niveles de azúcar en la sangre. Lo cierto es que cuando nos sentimos estresados, no siempre estamos en peligro, y el exceso de cortisol puede traer consigo síntomas como dolores de cabeza, indigestión, y dolores musculares, por nombrar algunos de los más comunes.
Una manera de conectar y estar conscientes es con la meditación. Es una herramienta que conecta al cuerpo con la mente, en donde nos concentramos por completo en nosotros mismos y aprendemos a estar con lo que es, con el presente, con lo que nos rodea.
A través de la meditación es que podemos observar sin juicio todo lo que ocurre dentro de nosotros, a observar nuestros pensamientos, nuestra respiración, la temperatura de nuestro cuerpo, y es cuando observamos sin juicio que podemos actuar, no sólo reaccionar.
Pareciera que la palabra “meditar” está de moda, sus beneficios y retos se escuchan todo el tiempo en nuestro entorno, seguro has sido víctima del “¿Estás estresado? Deberías meditar. ¿Te sientes triste? ¡Medita! Si no puedes dormir ¿has intentado meditar? ¿Te enfermaste? Seguro es porque no meditas…”. Es intimidante y si ya “meditas” seguro te has preguntado si lo estás haciendo bien. Lo cierto es que es una práctica tan propia, tan personal y tan única que solo tú sabrás cuando estés en el camino correcto.
Suelta la intimidante sensación de que vamos tarde hacia el auge de la meditación en occidente. Recuerda que todos estamos en una búsqueda, todos queremos encontrar algo, y qué mejor que tu búsqueda motive la creación de algo propio. Relájate, piensa en lo irónico de estresarse por “meditar”, dale un poco de sentido del humor a la situación y siéntate con tus pensamientos.
Obsérvate. Eso sí que es intimidante, pero la conciencia sobre uno mismo nos trae la posibilidad de elegir, y no hay nada más liberador que saber que siempre tenemos una alternativa.
Comienza a meditar con sonidos sanadores y llevar la atención a la respiración, sin juicio, sin expectativas, un minuto, dos, cada segundo cuenta para nuestro cuerpo. Encuentra la paz, la calma y brilla desde tu versión más auténtica.
Paulina Landa.
Terapeuta de sonido
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