Las Campanas de la Catedral Metropolitana suenan al unísono, anunciando la misa del Domingo.
Quién diría que detrás de ese repicar y de su imponente diseño hay toda una historia de tragedia y renacimiento, pues en este lugar se han construido tres edificaciones, la más reciente en 1956 que concluyó finalmente en 1999. Y que dio como resultado una catedral en forma cuboidal con un techo casi perfectamente plano, dos torres cuadrangulares que sobresalen desde donde se les vea; una obra que para historiadores y arquitectos tiene un esquema romano de una sola nave, atravesada por dos laterales que forman una cruz de proporciones rectangulares y que terminan en un altar mayor circular, dando así la forma de una arquitectura eclética, tipo cúpula.
Su mayor reliquia es la Cripta conformada por dos capillas, donde se dice descansan los restos del Santo de las Américas, San Oscar Arnulfo Romero. Mientras tanto, en la cúpula central un enorme cielo azul rodeado de amplios ventanales capta mi atención; alrededor de éstos hay ocho pinturas que representan episodios de la vida de Cristo y otras escenas religiosas, junto a algunas esculturas de los evangelistas Mateo, Lucas, Marcos y Juan. Sin darme cuenta la misa ha concluido, la feligresía y los curiosos salen de la Catedral. Esperan reunirse en el siguiente horario después de las 8am: 10am, 12 del mediodía ó 5pm; agradecen, se persignan, y se pierden entre la multitud que se agolpa en las afueras.
El arte y las joyas arquitectónicas del Teatro Nacional
A un costado de la Catedral Metropolitana me espera el Majestuoso Teatro Nacional de San Salvador, considerado el más antiguo de Centroamérica; su valor teatral se mide por los años que lleva entre los salvadoreños desde su construcción en 1911, luego de un siniestro incendio en febrero de 1910 que quiso acabar con su legado. A pesar de los daños y los años se mantiene intacto desde su fachada hasta los circuitos interiores; un recinto que por generaciones ha sido el escenario de cientos de representaciones artísticas que le dan vida a sus detalles neoclásicos, neogóticos y renacentistas.
Una obra del arquitecto francés Daniel Beylard que nos ofrece toda una experiencia en su interior: desde el Lobby, su palco de 650 asientos distribuidos en tres niveles. El Foyer, la sala de cámara y otro pequeño espacio para obras de menos duración; en 1979 fue declarado Monumento Nacional y por su valor intrínseco es también una parada obligatoria.
El Palacio Nacional
Otra de las más preciadas reliquias que se destacan en este “circuito de oro” es el Palacio Nacional; un edificio conformado por dos pisos, con fragmentos renacentistas y neoclásicos muy similares a los de la Catedral Metropolitana; con dos áreas de sótanos al norte y al sur, que nos hacen retroceder en el tiempo: en estos espacios se gestaron leyes, disposiciones y mandatos para la nación, pues en diferentes épocas sus inquilinos fueron los tres órganos del Estados (Jurídico, Legislativo y Judicial).
En sus jardines todavía quedan vestigios de esos años, lo mismo que en el Salón Rojo o el Salón de Honor del piso superior, uno de los más frecuentados por turistas nacionales y extranjeros por su impecable arquitectura dispuesta a lo largo de este y de los 105 salones. En 1980 se nombró al Palacio Nacional “Monumento de la Nación”; por las noches, su historia renace cuando las luces se encienden; otro momento más para guardar en la memoria.

Las plazas y la plata a un paso
A mi salida del Palacio Nacional, los cielos se visten de púrpura y oro en la Plaza Cívica “Capitán General Gerardo Barrios”, “Plaza Libertad” y “Plaza Morazán”. Una maravillosa vista me sorprende, el ambiente es ameno y observo personas disfrutando del paisaje cultural: las exhibiciones de artesanías en pequeños quioscos son evidentes y las artes escénicas -como el estatuismo viviente- tampoco pueden faltar.
Evidentemente todos los edificios del Centro de San Salvador nos hacen recordar las épocas de oro del Pulgarcito de América. A la lista anterior agrego: El Museo y Biblioteca Luis Alfaro Durán, el Banco Central de Reserva, que se encuentra entre la Catedral y Plaza Libertad, éstos últimos guardan la historia monetaria y económica del país.
Y hablando del término economía, cabe mencionar que en la actualidad el dólar estadounidense y el bitcoin son las monedas de curso legal en el país, pero no siempre fue así. En el Museo y Biblioteca Luis Alfaro Durán se exhibe el “Colón” como la moneda original de los salvadoreños emitida por el Banco Central de Reserva en 1934, que se dejó de emitir hasta el año 2001. El Colón lleva ese nombre en honor a Cristóbal Colón; ocho monedas y ocho billetes conformaban el circulante económico de aquellos años. La población de hoy en día parece adaptarse a los nuevos tiempos, sin olvidar de dónde viene y hacia donde va.

Las pupas
Como dejar por fuera la industria gastronómica de San Salvador, si es el talón de Aquiles de los salvadoreños. No hay otra mejor manera de cerrar con broche de oro mi recorrido; me espera un exquisito platillo de “pupas” o “pupusas” como usted las conoce internacionalmente; y mientras me sirvo el curtido y la salsa me doy por bien recibido. Queda mucho por recorrer; ¡hasta la próxima!